Reflexiones para tí.

Manoa

Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: “Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel
varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo
que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer”. Jueces 13:8 (RVR).

No lo podemos juzgar por las decisiones erradas de su hijo. Según se desprende del relato bíblico, su historia no es como la de otros personajes que, a pesar de ser ellos mismos buena gente, no consiguieron educar correctamente a sus hijos. En este caso, parece que el hijo decidió equivocadamente, a pesar del trabajo de sus padres.

Cuando la esposa viene a contarle la visión que había tenido (dos veces), él no queda preocupado con nada que no sea lo central y fundamental del mensaje: Tendremos un hijo, y lo tendremos que cuidar de una manera especial desde antes de su nacimiento.

Cuando tiene la oportunidad de ver al mensajero (que él no reconoce como un ángel hasta el final de la historia), le pregunta por lo que es básico: ¿cómo debemos criar al niño? Nada más le interesa. Él está profundamente preocupado con esta pregunta.

¿Qué le preguntas a Dios? ¿Qué temas discutes con él? ¿Qué cosas te interesan que él te explique? Hay momentos en la vida en los que buscamos algunas razones que nuestra mente no consigue encontrar. Hay situaciones en las que nos volcamos a buscar alguna luz en medio de profundas tinieblas.

¿Solo en esos momentos buscamos a Dios? La pregunta puede parecer fundamental, pero a veces es la única. Tenemos que acostumbrarnos a mantener un diálogo abierto y continuo con Dios; de otro modo, cuando necesitemos realmente de sus respuestas, puede ser que no consigamos escucharlo, porque no sabemos reconocer su voz.

¿Consigues captar las respuestas que Dios te da? Las preocupaciones de Manoa no eran superficiales. ¿Y las tuyas? Dios continúa queriendo comunicarse contigo. El problema está en que, muchas veces, estamos tan ocupados con nuestras buenas tareas, con nuestras buenas acciones, que nos olvidamos de preguntar o no le damos tiempo para contestar. Aprende a preguntar; aprende a escuchar sus respuestas. Las de Dios, siempre son las mejores.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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